Un plataforma 'online' pone en contacto a orillas del Ebro a vendedores y compradores, entre los que no solo hay fetichistas.
Muchos piensan que es un mito o, a lo sumo, una extravagante tendencia que se da en Japón y en otros países exóticos costumbres de dudoso gusto. Pero no, la venta de ropa interior usada se viene practicando en Zaragoza, al menos, desde diciembre de 2020 que es cuando la plataforma SinBragasyaloLoco, radicada en la ciudad, incluyó este servicio en paralelo a su oferta de productos eróticos y juguetes sexuales.
“Empezamos en 2012 con los temas de los ‘tupper sex’ y a raíz de eso surge la tienda online especializada en artículos eróticos. Fue en 2015 cuando conocimos el mundo de los ‘web-camers’, que son personas que se exhiben sexualmente en plataformas digitales, preferiblemente sin mostrar el rostro”, explica Beatriz Clemente, una de las responsables del negocio. Estos ‘web-camers’, azuzados además por la pandemia y el confinamiento, dieron un salto un poquito más allá: vender su propia ropa interior usada.
Por extraño que pueda parecer y aunque se trata de una práctica tabú, esta más extendida de lo que parece. Se ha popularizado, además, a través de series de televisión como ‘Orange is the new black’, en la que las protagonistas son presas de una cárcel que no dudan en negociar con su ropa íntima. Entre la perversión y la moda, sabido es que en Japón existen, incluso, máquinas expendedoras de tangas usados y que la actriz Gwyneth Paltrow lleva diez años vendiendo (a unos 65 euros) velas con aroma a su vagina.
“Nosotros no vendemos directamente ni calzoncillos ni bragas ni calcetines ni nada. Somos el escaparate, el nexo de unión entre compradores y vendedores, porque en esta compraventa en España hay grandes carencias legales y en Sinbragasyaloloco nos preocupamos de regirnos por la legislación vigente, por ejemplo, en cuanto a protección de datos”, explican desde la empresa, que a través de una suscripción (el único requisito imprescindible es ser mayor de edad) permite que se publiciten quienes quieren vender sus prendas y puedan subir fotos de los productos.
Pero, ¿quién compra ropa interior usada? “Lo primero que se suele pensar es que los clientes son personas con la mente sucia o fetichistas, pero también hay gente con capacidades limitantes, físicas o psíquicas, que les impide desarrollar de forma plena su sexualidad y encuentran aquí una vía de escape”, comentan. “También se ha notado un incremento de ventas para gente que durante el confinamiento cogió mucho miedo a salir a la calle. La vida sexual de cada uno, mientras no se haga daño a los demás, es toda respetable”, argumentan.
También hay hombres que participan en el negocio, si bien cerca del 95% de vendedores son mujeres. ¿Y qué motivación tienen? “Unas lo hacen por morbo o diversión y porque se quieren dar caprichos, sí, pero también las hay que utilizan este dinero para pagarse los estudios o, incluso, para pagar la manutención de sus hijos… De todo hay”. Por una braga usada se pueden pagar entre 20 y 60 euros, con lo que “se trata de un ingreso extra, dudo que nadie de forma anónima pueda vivir de esto”, comentan. “En todo caso, lo harían los famosos (por unas bragas de Lucía Lapiedra se han pagado 200 euros) o la gente que se expone en otro tipo de plataformas como OnlyFans”.
“No podíamos imaginar que el crecimiento sería tan exponencial y que concurrirían en esta práctica todo tipo de edades y perfiles… Las mujeres que venden su ropa no son solo jóvenes de 90-60-90, también mayores, de mediana edad y de todo tipo de complexión… Y también los hombres, por descontado”, relata Clemente.
Los responsables de SinBragasyaloLoco prefieren no entrar en detalles, pero reconocen que hay algunas peticiones un tanto extravagantes: desde quienes aspiran a comprar prendas con restos de orina a quienes buscan hasta mascarillas quirúrgicas usadas… como salvaslip. También hay ofertas de medias gastadas, de zapatos de tacón usados o, incluso, de juguetes sexuales de segunda mano.
“Es un mercado que está viviendo un crecimiento enorme. Cada uno es dueño de su negocio y cada vendedor decide si acepta o no lo que el comprador le propone. Los usuarios se registran, verificamos que sean mayor de edad, publican sus productos y pueden contactar por correo electrónico. Ellos acuerdan la forma de envío y de pago que más les convenga”, explican.
Lo que sí ofrece la plataforma zaragozana son kits “para ponerlo fácil a los vendedores”. Son unas cajas de cartón bien decoradas, con virutas de papel de colores y tarjetones con forma de braguita para escribir notas al comprador. En el de muestra se lee: "Disfruta de la esencia de mis braguitas tanto como yo llevándolas". "La clave de todo esto es diferenciarse. No es lo mismo vender un tanga metido en un sobre a que el comprador reciba una caja, con discreción y privacidad", comentan. En la empresa también tienen blogs especializados para profesionalizar a los ‘web-camers’ (ayudarles, por ejemplo, en el posicionamiento SEO) o una gestoría para quienes quieran adentrarse en este negocio “de forma segura”. “Nosotros lanzamos esta propuesta en diciembre de 2020, pero en mayo de 2021 nos quedamos sin pasarela de pago porque hay muchas trabas y restricciones bancarias. En parte es lógico porque se trata de un negocio para adultos, pero en nuestro caso se respetan todas las condiciones legales y hace meses ya funciona todo con normalidad”, insisten.
El fetiche con la compraventa de prendas íntimas puede tener una explicación científica en el hecho de que el cuerpo segrega sustancias atractivas para el olfato. Intervienen feromonas, testosterona, estrógenos… y todo incita al estímulo sexual. También hay, por cierto, quienes compran este tipo de prendas no por su filia sexual sino como amuleto e, incluso, para colgarlos como ‘decoración’ del espejo retrovisor
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