Vibraciones de un fotógrafo infiel

2022-09-02 19:06:55 By : Mr. Michael Yang

De la serie Bruma, “Paisaje I”, 2011, Fotografía, Impresión Inkjet sobre papel de algodón, 150 x 185,3 cm.

Genius or vandal?, en La Rural

Misión a la Luna

Hay algo del orden de lo mágico en el hecho de poder percibir los cambios al interior de los procesos creativos de un artista. La conjetura y el conocimiento juegan su papel para imaginar un escenario en el que una idea aparece y se plasma en una dirección distinta a la que marcaba la inercia. El centro gravitatorio cambia y algo nuevo se presenta al mundo.

La exposición de Santiago Porter Donde nunca haya estado, en la galería ROLF, nos pone frente a esta situación maravillosa del cambio. Porter es ante todo un fotógrafo que se ha manejado en ese registro mostrando una gran ductilidad para captar imágenes de vibraciones muy diferentes. Los retratos de la serie La ausencia operan casi como ensayos fotográficos, mientras que hay otras series más naturalistas o intimistas, pero todas sostenidas en el dominio del oficio del fotógrafo.

Con esta nueva serie, el artista se expone a un cambio de temperamento muy fuerte que finalmente resuelve de un modo sutil. El pasaje de la fotografía a la pintura le llevó a Porter muchos años de esfuerzo y el resultado estético lo refleja de un modo delicado. Las pinturas que forman esta muestra—curada por Joaquín Boz, destacado artista de la escena contemporánea joven— son de un detalle, de una precisión visual y, finalmente, de un control en el uso de los materiales y la manufactura que solo puede lograrse mediante un enorme esfuerzo.

La pieza que domina la pared principal de la galería es la demostración de la naturaleza del cambio en el artista. Se trata de un set de 24 pinturas pequeñas, de 35 cm x 45 cm dispuestas en seis hileras de cuatro trabajos cada una. La paleta no se mueve mucho de los diferentes matices del gris, con algunos toques levísimos de azules y rojos para enfatizar algunos planos. Las obras fueron realizadas entre 2020 y 2022 y son todos óleos sobre tela. La composición general toma la forma de un friso que admite una mirada integrada, pero sin dudas, la experiencia visual gana mucho cuando el espectador se detiene frente a cada obra para observar con detenimiento. Este ejercicio evidencia los matices y permite ver la rigurosidad del trabajo pictórico de Porter. Que cada pieza es distinta resulta una obviedad, pero lo llamativo es la agudeza con la que están tratadas las posibilidades que brinda una paleta, un formato y una búsqueda en principio bastante acotada. En esos breves espacios, la mano del artista acentúa espacios, ilumina sectores de las obras y usa la materia para darle a cada pieza un volumen visual diferente y singular.

Donde nunca haya estado muestra de modo explícito el proceso creativo y de transformación en la obra de Porter. En la otra sala de la galería el espectador se encontrará con las imágenes de la transición entre el fotógrafo y el pintor. Ese sendero se desanda partiendo de dos grandes fotografías de la tercera parte de la impecable serie Brumas que muestran dos paisajes naturales cargados además de símbolos y marcas históricas. En unas plataformas, sobre papel fotográfico, unas pequeñas obras al óleo marcan el pasaje de un registro a otro, delimitan ese lugar donde lo viejo no termina de irse y lo nuevo no termina de llegar. Una pequeña pintura de una nube, actúa de referencia óptica obligada, colgada en la pared lateral, a la altura de una visión normal.

Del conjunto de obras que acompañan al set principal hay algunas que varían levemente el registro y sirven para darle una entonación diferenciada del conjunto.Tal el caso de la pieza identificada con el #32 en el que sobre un fondo difuso en gris, unas ramas dibujan un movimiento entrelazado en el que las intensidades de color asemejan grafismos y, al mismo tiempo, parecen delimitar casi fotográficamente, un recorte de la naturaleza.

La intención de la galería por mostrar la transición de la obra de Porter justifica un rediseño del espacio exhibitivo y de la experiencia compartida entre el artista, la obra y el espectador. Asimilando tendencias europeas post pandemia, el espacio aparece con un recorte más nítido entre un adelante que funciona más eficazmente como una vidriera y un detrás más íntimo, que requiere de cierto compromiso para poder ver las obras.

Haber bajado la parrilla de luces es también un acierto que le da más claridad a la sala y al mismo tiempo evita reflejos. Elegir esta obra de Porter, signada por la idea del cambio, para estrenar esta serie de modificaciones, fue una excelente decisión.

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Piedras 1743. C.A.B.A, Argentina

Edición Nº: 9647 2 de Septiembre de 2022

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